domingo, 29 de junio de 2014

El Monstruo en las Alturas

Salir a la terraza de un tercer piso y acercarse al borde. Subir por las escaleras mecánicas de un supermercado y ver que no hay nada a los lados que te proteja. Entrar en un ascensor con las paredes de cristal, o peor, con el suelo transparente. Un trampolín o un tobogán. La montaña rusa. El teleférico. Un puente. ¡Un puente colgante!
¿Cómo vencer a un Monstruo al que puedes encontrarte en todas partes? Si alguien lo sabe, que me lo diga, se lo suplico.


Yo no puedo ni pensar en acercame a un balcón. Mis piernas no responden. Primero empiezo a sentir que el cuerpo me pesa más de lo normal. Le sigue el sudor, el agobio y se me seca la boca. Me agarro a cualquier cosa que esté a mi alcance. Los nudillos se me vuelven blancos de la fuerza con la que debo cojerme y las uñas se me clavan en la palma de la mano. Y aún no he mirado hacia abajo. Mi cuerpo lo siente, que estoy a una altura peligrosa, sólo lo confirma ver el tejado de los otros edificios a primera linia de vista. Pero cuando ya no tengo más remedio que bajar la vista para mirar abajo, y lo hago, el Monstruo ataca y me descarna toda la dignidad de la que pueda poseer. Me siento acorralada. Quiero huir de allí, muy lejos, entrar en casa y agarrarme con fuerza a la pared. Pero mis piernas estan deshechas y no responden. Y finalmente, el miedo me nubla el juicio y empieza el mareo.

Oí una frase muy bonita: "No le tienes miedo a las alturas, lo que temes es caer." Les doy la razón... Pero está claro que quién la escribió no tenía tanto vértigo como yo. Porque esa sensación la tengo en el balcón del quinto piso de un edificio, pero también en el cuarto y el tercero y el segundo y el primero piso. La caída tiene que ser horrible desde un quinto piso. Seguro que mueres en terribles agonías, te rompes todos los huesos y sufres como no lo hayas hecho... Pero todos sabemos que es poco probable que te caigas. ¿Y qué me dices a la caída desde un primero? Puede que te rompas un brazo, una pierna, incluso que te abras la cabeza o te muerdas la lengua. Y eso también me aterra, por supuesto. Pero el Monstruo también acecha cuando estás relativamente a salvo, como cuando paseas por el borde de una piscina. ¡Si te caes no te vas a hacer nada de daño, sólo será un chapurrón! Y sin embargo... no puedo ni acercarme al borde si no es porque tenga intención de tirarme de cabeza.
Odio este Monstruo. Me gustaría destriparlo, quemarlo y tirarlo por la ventana. Pero me ha tocado vivir con ello... Y aún hago esfuerzos para vencerlo en mi batalla silenciosa. ¿Lo lograré? Quién sabe. A este paso, ni en un millón de años conseguiré subirme a la London Eye.

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