A mí jamás me veréis levantar la mano en medio de clase para contestar a una pregunta del profesor y aún menos si no estoy segura de decir la respuesta correcta. Nono, ni de coña. Sólo en pensar en equivocarme me pongo nerviosa.
Pero hay veces en que no tengo más remedio. Las famosas exposiciones orales. Mi mayor pesadilla. En cuanto doy un paso hacia la pizarra de la clase el Monstruo ya se ha hecho con el control.
Primero empieza con un temblor en las piernas y un calor agobiante. El sudor empieza a recorrer la frente y me cuesta respirar. Cuando el profesor dice mi nombre para que salga a exponer el temblor de las piernas no me permite levantarme. Con mucho esfuerzo lo logro pero, por la Ley de Murphy, me tropiezo con mis propios pies. Y cuando llego delante de todos los demás y veo todas esas caras conocidas mirándome, esperando precisamente a que la cague hasta el fondo, el Monstruo da el último golpe, el más cruel de todos. Me deja la mente completamente en blanco.
Yo he intentado combatir el Monstruo en este campo, y me alegra decir, que algo he logrado. No soy ninguna experta psicóloga y no puedo ayudar a nadie a superar sus Monstruos, pero contaré lo que yo he hecho para vencerlo (más o menos) en esta situación y cómo me preparo los discursos en casa.
- Obviamente, el texto me lo estudio tanto que queda gravado en mi cerebro para siempre. Aún me acuerdo, palabra por palabra, de una exposición que hice hace tres años (bueno, quizás hay alguna cosita que no la recuerdo, pero la idea general sigue ahí).
- Después le hago la exposición a mi hermana, a mi madre y todo aquél que quiera (o no) oírlo. Les pido consejo y que me ayuden a modificar aquellas cosas que hago o digo que no quedan bien.
- Reescribo el texto para que esté formado por palabras que sean naturales en mi vocabulario y evito usar tecnicismos lo máximo posible.
- Es siempre mucho más fácil si el tema del que tengo que hablar me gusta. Si tengo la oportunidad de elegir de qué irá la exposición, siempre elijo sobre algo que ya conozca bien. Así, en caso de quedarme en blanco puedo improvisar a partir de mis conocimientos y experiencias.
- El día de la exposición, es importante desayunar bien y llevar ropa cómoda (preferiblemente que sea fresquita, así el calor no será tan agobiante).
- Una técnica muy útil, en cuanto empiezas con la exposición es mirar a un punto fijo. Yo le pido a una amiga que se ponga en primera fila y hago como si le explicara a ella el tema. Olvido a todo el resto del público.
- Rezo dos Padre Nuestro y un Ave María antes de salir a exponer.
No he logrado vencer por completo al Monstruo aquí, pero algo he mejorado. Ahora incluso participo de vez en cuando en clase. Os voy a contar un ejemplo:
Hará un par de meses, en una clase de conversación (éramos unos diez alumnos) el profesor intentó iniciar un debate. Como nadie sabía que decir, nos fue preguntando uno a uno qué pensábamos sobre el tema. Yo era la última. La gente no supo explicar muy bien sus ideas y fue una mierda de debate. Hasta que me tocó dar mi opinión. Me tragué mis miedos y di una opinión de verdadero debate. Todos los otros se habían decantado por una postura y yo decidí defender la otra. Lo hice bastante bien y el profesor, aprovechando que tenía delante alguien que sabía debatir me contestó con entusiasmo. Y yo le volví a contestar hasta que formamos un debate tan interesante entre los dos que me subió un punto entero de la nota. El Monstruo me impedía lucir esa cualidad que tengo para debatir un tema. Ahora sé que soy capaz de hacerlo y eso me hace sentir tan orgullosa…
Por último, sólo recomendarles la película "El discurso del Rey", que gira toda alrededor de un discurso muy importante. Puede que a algunos les sirva de ayuda. Una película genial, por cierto.
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