El Monstruo en las Inyecciones

Estoy escribiendo esto y me cogen escalofríos. El Monstruo me domina por completo con las agujas, no he logrado vencerlo y creo que voy a rendirme. Les tengo un pavor catatónico a las agujas. Ni si quiera puedo verlas a través de la televisión. Y eso es un problema de los graves.

Hará un par de años tuvieron que ponerme la vacuna del papiloma y durante toda la noche anterior no dormí ni un minuto, a la mínima que cerraba los ojos veía una enorme aguja acercándose a mí preparada para perforarme el brazo. Ya os podéis imaginar el pollo que monté en la consulta del médico.
Ahora mi madre me dice que debo sacarme una peca, pero no creo que jamás me convenza para que lo haga. Sé que es una peca horrenda pero no pienso dejar que me agujereen por propia voluntad. La próxima vez que quieran ponerme una inyección tendré que estarme muriendo para que no lo note.

El Monstruo ha ganado esta batalla, me ha humillado y derrotado como si no fuera nada.

Me cuesta expresar la fóbia que les tengo a las inyecciones. Es completamente irracional. Pero sólo en pensar en que atraviesan mi cuerpo... Aaaajjj acaba de darme un escalofrío. Dicen que cuando te ponen una inyección debes estar relajado, que pensando en cosas distintas para distraerte ayudará a que no duela tanto o a superar el miedo. Pero yo pienso, ¡cómo voy a hacer eso si el Monstruo me ha dominado por completo! El Monstruo manda en estas situaciones, siempre. Si él quiere pensar en lo mucho que me va a doler, yo lo pensaré. Si él quiere que me tense, yo seré su marioneta y me tensaré.

Odio a este Monstruo. Odio ser vencida por una punta puntiaguda que sólo me atravesará el cuerpo durante cinco segundos. Odio no poder hacer nada para derrotar al Monstruo de los Ojos Azules.